lunes, 26 de noviembre de 2007

Indocencias de Paco Velázquez Barroso

NÁCAR VESPERTINO

Mis pies suben la tersa escalera
del tiempo indeleble,
entre los sollozos de la noche queda.

A cada minúsculo paso
un caballo blanco, errante,
me detiene…
arrogante.

A cada ofuscado suspiro
un halo de energía efímera
me sublima la esperanza,
volatiza la apatía.

En cada goce impávido
mil batallas despavoridas
y un grito unánime
despiertan mi mente crítica.

Porque no encuentro el nácar
en los rostros de mi infancia,
en los rincones de mi juventud
.
.
.
.
.
.
.
.
Y TÚ, MUJER
Y tú, mujer,
despéinate los cabellos
bajando a la Caleta
y sorbiendo
un trago de alma marinera.
Y tú, hijo,
marisca bajo las rocas
un trozo de luna vespertina,
tómala por su proa
y rémala mar adentro.
Que yo os acompaño en la aventura y
ya la barca nos espera,
y de sal la garganta nos sedienta.




¡VAMOS A ALCANZARLO!



Tú, incólume
faro de la Caleta,
esclavo del mar rocoso
y de ingrávidas gaviotas.
Pez errante, noctámbulo,
remanso divino,
de almas divinas,
divisas nuestras lívidas miradas,
horizonte en mano,
cuando un relámpago
dibuja nuestras siluetas
en la fachada nocturna.
¡Vamos a alcanzarlo!
¡Tú, mamá y yo!
Y abrazar tu talle salino
que nos embriague aroma marino,
de marea baja,
de algas y marisco,
besar las estrellas
y traértelas para que te abracen.
Jugaremos
- ¡Tú, mamá y yo! -
¡al corro!






En un jardín oriental, la rosa
(A MI HIJA ROSA, A QUIEN UN DÍA FUIMOS
A BUSCAR A UN JARDÍN ORIENTAL)


Ojos de luna,
ojos de sonrisa,
en tu cara de sol,
de luz viva.
Te espero,
te esperamos.

Tu primer abrazo,
tu primera sonrisa,
la carcajada triunfal,
el primer papá,
el te quiero mamá,
una indecisa caricia,
un roce de pieles,

un beso de mieles,
una nube de algodón
que nos haga
sentir la segunda
juventud.

Has nacido
y no estamos contigo,
hija,
pero nuestras manos
te mecen cada indefensa noche.

De un soplo
te enviamos un beso
ahora que has nacido,
te susurramos
duérmete mi niña.

¿Cinco, seis,
ocho o diez?
No sé contar ni quiero...
Y sigues sola.

Esta noche narraremos
un cuento a tus ojos,
para que ambos cuelguen de la noche
estrellada,
y te meza suavemente,
ea, ea, ea,
como una brisa vespertina de verano,
para que veas,
para que ames nuestro sol.
Susurraremos un beso
para que proteja
tu piel
de enfermedades
y te insuflen de esperanza...
ea, ea, ea...
Un mundo de ensueño
te aguarda,
aunque no lo creas.

Un cuento soñado,
¿sabes?
En el que tú, tú,
eres la protagonista,
te espera.

Ven, te acurrucamos
en nuestros deseos,
y un hermano
que sostiene en el aire
tu cuerpo de niña.

Sonríenos,
ya estás cerca,
en la orillita...
ya casi te tocamos.
La varita mágica
de la llama
de nuestros corazones
ya la tenemos.
Sólo nos resta
ponernos de acuerdo
para hacerla
brillar...
para que dé alas a tu felicidad
y la llene de un mundo
de magia de colores
cuando mires al cielo,
princesa.

Plantaremos un árbol
en nuestro jardín de la alegría,
un árbol de sensaciones,
de olores,
de colores,
de flores acompañado,
en la alfombra verde
de nuestro amor de magia.
Ya sólo faltas tú.

En un jardín oriental,
la rosa
suspira camino de nuestros sueños.

Míng tian jiân
Yuè Jì.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Fenomenal Francisco. Hay mucha fuerza en tus palabras. Espero mas aportaciones.

Paco Piniella dijo...

¿Paco Velázquez? ¿filatélico? No sabía de tu faceta poética. Enhorabuena, Un abrazo,
Paco Piniella