sábado, 10 de noviembre de 2007

Indocencias de Raquel Zarazaga

Poética

“Todos tenemos dos ojos.
Pero no todos vemos las mismas cosas.
Ni siquiera las vemos de la misma manera.
Hay quien ve hombre, coche, árbol,
y quien ve mujeres azules,
elefantes en las nubes
y un ojo encima de otro ojo.
A quienes viven así
se les suele llamar locos.
Y si tienen éxito, genios…”



VIII (Del patio del colegio)

En el patio de recreo habitan las sonrisas.
Tras la pelota, saltando a la comba o haciendo carreras, es tiempo robado al tiempo, donde sólo reposan los que quieren vivir jugando a la vida, aspirando el claror del aire que fondea en sus cuerpos dispuesto a permanecer allí para siempre.
Los niños parlotean. En su incesante bullir festivo parecen estar escritas las líneas maestras de una ignorada leyenda en que lo furtivo se alía con lo celeste, y ellos bogan siempre rumbo al infinito.
Colorín colorido, el teatro de la memoria me muestra, una vez más, el inventario añil de lo que fui, y de nuevo alcanzo la rosa con mis pequeños dedos tras la alambrada, me lastimo la rodilla una vez más, incendia mi mejilla aquella bofetada… caducos méritos de cada día, peldaños que me llevan siempre al rincón donde crece la hiedra, ángulo mágico donde sólo yo me encuentro conmigo misma.
Allí aprendo a reconocer lo desconocido, a caminar haciendo malabarismos por el dintel de las cosas, como quien dibuja un mapa para no olvidar el lugar donde dejó el tesoro escondido.
Ellos retozan.
Feliz algarabía..
Luz palpitan.
Retorno al vértigo. La bruma de los gritos se domestica al sonar la campana. Todos se apiñan -los babis sueltos- algunos canturrean, mientras regresan a clase. El oro leve que por un rato recolectaron ondula el plumaje de sus cabezas, ulula desde los corazones agitados por la carrera. El esplendor conseguido permanecerá diáfano, como transparente gasa, hasta el final de los días.
La parra del porche, los escarabajos, el brazo marmóreo de la estatua de la fuente... colmados con el halo de su parábola escriben la historia.
Aquél fue mi entonces. Flamea su recuerdo en mis pupilas y me acompaña como el globo que se ataba a la muñeca, mecido por la brisa, flotando alrededor, casi ausente.
*

Del libro inédito "IMAGINARIO DE LA INFANCIA"
Raquel ZARAZAGA

3 comentarios:

Jose Aurelio Martín dijo...

qué filigrana lírica, entre platero y una gasa a punto de rasgarse, entre un clima poemático y el frágil cristal de la memoria, el oro leve, los añiles de la infancia,las exhumaciones infantiles del recuerdo. Ánimo y sigue escribiendo.

Raquel dijo...

Gracias por tus palabras, José Aurelio y disfruto de la sugerente cadencia de las tuyas en tus apuntes sobre la indocencia. Haznos conocer algo más de ti Saludos Raquel Zarazaga

Marta Zafrilla dijo...

Bella visión de la infancia. Me parecía escuchar al leerte el estruendo del recreo, el ronroneo de las trenzas, el viento de las combas, el papel de plata de los bocadillos que convertíamos en pelotitas para jugar a juegos inventados...