
Javier Chavero, Javi, prosista iniciado, prosa trabajada, que corre bien, prosa buen chaval, prosa que busca cosas, entusiasta, prosa muy ajustada, tiene historias y frase, tiene recorrido de prosista, tiene discurso, le animamos a que siga, a que no ceje. Hace parapente, una buena perspectiva para la prosa; vista desde arriba, panorámica, la prosa resulta, la prosa se amplía. Gracias, Javier, necesitamos gente así para la brega.
Juan Bosco, Bosco, poeta que he visto en Portugal con un sombrero, los ojos ligeramente tristes detrás de unas gafas, los ojos chicos de melancolías atlánticas, empañados de tiempo y amarguras, poeta de música muy trabajada, muy buscada, ritmos nada sonsoneantes sino fluyentes como un río y depurados como un regato, “enigma em pessoa”, el enigma en persona. En Portugal tiene su café, su rincón y su sombrero, celebramos su heterónimo: Fernando Pessoa. Juan Bosco, poeta.
María Jesús, mujer de verso en pecho, voz dura, tierna de versos, voz de flamenca canalla, íntima de versos, recita despaciadamente, sintiendo, sacando el color y el calor de los versos, canta a la abuela con la melancolía necesaria, manteniendo la emoción, sugiriendo la intensidad, cazando el detalle justo, “el caracol en la paja/pequeña/de esa choza de mentirijillas”, poesía hembra y tierna, poemas adentro ceñidos de melancolía, poesía.
Jose Aurelio, escénico y excesivo, joven, se atrae al público a una causa que cree justa, poesía siempre con temperatura social, arrojada, desabrochada, con su inequívoco acento retórico, con su inconfundible estigma entusiasta. Aprendiendo.
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